miércoles, 9 de abril de 2008

Desencuentro de un perdido


En ocasiones me dejo llevar por mis pies sin saber hacia dónde se dirigen. Impulsado por una necesidad incomprensible de ver lo que ya se ha visto, sin siquiera saber que existe algo que me atrae aunque sepa que lo desconozco.
Siguiendo la línea indescifrable y carente del sentido que guía a los perdidos, se me presenta una realidad a medias, una realidad a veces absurda.
Extraviado y con el propósito de no saber de dónde vengo, (como en una locura que finge estar cuerda para engañarse a sí misma), voy recogiendo en mis pasos el rastro que siempre miente a los pies, preocupado tan solo en el ir o en el venir con la seguridad de un verdadero creyente, manteniendo la fe que abre los caminos sin conocerlos.
Acontece tan solo en un instante que me encuentro perdido en un lugar diferente, aunque similar a los demás. Un sitio en el que se dibuja una historia para mi desconocida , justo cuando es tarde para dejar de ser suficiente humano y vencerme por el deseo de descubrir. (Aunque paresca penoso pero no en vano). y sin ningún plan y ningún derecho de estar ahí. Tan solo la extraña sensación de estar en un sitio en el que no debía tocar nada, pero si sentirlo todo. no había nada de indescriptible e inolvidable que caracteriza a esos sitios en los que el tiempo no cambia de color las cosas. La suciedad había dejado de ser pasajera tan solo para convertirse en un sustituto de aquel antiguo paisaje. En cierto modo no era un lugar en el que los aromas conservaran la esencia de lo ya vivido. Y se observaba en las paredes, manchas que se asemejaban a alguna parte del universo. Verdes intensos que se escurrían desde las puntas de los arboles hasta los pies de las vertientes en los riachuelos rociados por un viento que parece soplar en todas direcciones.
cada momento se volvía más incomprensible, con la aferrada necesidad de descubrir lo indescriptible. Mirando hacia atrás un agujero omnipotente con forma de refugio en el que seguramente permanecen lo secretos de lo oscuro.
la historia de un lugar en el que ningún hombre podía seguir siendo hombre
En el que los ojos pretendían cumplir lo que las manos o los pies no harían, tan solo para entender lo que era estar ausente.