miércoles, 9 de abril de 2008

Desencuentro de un perdido


En ocasiones me dejo llevar por mis pies sin saber hacia dónde se dirigen. Impulsado por una necesidad incomprensible de ver lo que ya se ha visto, sin siquiera saber que existe algo que me atrae aunque sepa que lo desconozco.
Siguiendo la línea indescifrable y carente del sentido que guía a los perdidos, se me presenta una realidad a medias, una realidad a veces absurda.
Extraviado y con el propósito de no saber de dónde vengo, (como en una locura que finge estar cuerda para engañarse a sí misma), voy recogiendo en mis pasos el rastro que siempre miente a los pies, preocupado tan solo en el ir o en el venir con la seguridad de un verdadero creyente, manteniendo la fe que abre los caminos sin conocerlos.
Acontece tan solo en un instante que me encuentro perdido en un lugar diferente, aunque similar a los demás. Un sitio en el que se dibuja una historia para mi desconocida , justo cuando es tarde para dejar de ser suficiente humano y vencerme por el deseo de descubrir. (Aunque paresca penoso pero no en vano). y sin ningún plan y ningún derecho de estar ahí. Tan solo la extraña sensación de estar en un sitio en el que no debía tocar nada, pero si sentirlo todo. no había nada de indescriptible e inolvidable que caracteriza a esos sitios en los que el tiempo no cambia de color las cosas. La suciedad había dejado de ser pasajera tan solo para convertirse en un sustituto de aquel antiguo paisaje. En cierto modo no era un lugar en el que los aromas conservaran la esencia de lo ya vivido. Y se observaba en las paredes, manchas que se asemejaban a alguna parte del universo. Verdes intensos que se escurrían desde las puntas de los arboles hasta los pies de las vertientes en los riachuelos rociados por un viento que parece soplar en todas direcciones.
cada momento se volvía más incomprensible, con la aferrada necesidad de descubrir lo indescriptible. Mirando hacia atrás un agujero omnipotente con forma de refugio en el que seguramente permanecen lo secretos de lo oscuro.
la historia de un lugar en el que ningún hombre podía seguir siendo hombre
En el que los ojos pretendían cumplir lo que las manos o los pies no harían, tan solo para entender lo que era estar ausente.

martes, 26 de febrero de 2008

Reflejo anónimo.


Todo el cansancio no cabe en sus palabras
Sólo observa a la gente que camina
Ruidos que avanzan como espadas
Sueños que se acaban
Ojos que buscan en sus ojos una duda
Manos que buscan en sus manos una herida, no un saludo.
Sombras que le acosan
Rayos que dibujan una pena en su cansancio
Nada controla por esta calle que no es suya.

Para ti son estas líneas que no leerás:
Sin pies ni cabeza se va plasmando el deseo de contarte que me entrego preocupado a tu locura, a ese viejo padecer de nuestra trama que se repite en tiempos duramente humanos.
Quizá nunca comprendas que soy quien tiene que llenarte los ojos de verdades lascivas con letras de un drama que a veces me entristece.
Por que te veo el cansancio de un viernes, buscando en tu vida los intentos que has comenzado más de cien veces. Por cada empiezo una imposibilidad que no alcanza para tu razón, una libertad que se desvanece, que se asusta de verte, incomprensible e indescriptible.
Te veo en los días que unas simples horas no pueden curar, aunque sean las más esmeradas y llenas de optimismo. (A veces también quisiera ser doctor.) .
sientes que no hay remedio, que todos los intentos no van más allá que pensamientos que se quedan en el olvido y te dejan prisionero, sin la libertad de un día nuevo sin, tomar las herramientas
para continúar apartando piedras, aflojando odios y apretando amores con el afán de reparar lo roto, siempre buscando el motor que mueve la luz.
Estás hecho de lo mismo que yo, (un puñado de casi nada que anda suelto por ahí entorpeciéndose la vida en el compromiso). y perdiéndote en el tiempo que es nuestra verdadera sustancia y que nos distrae esa vida para hacerla más ligera convirtiéndola en una danza inmóvil.
Te siento como una larga franja de color suspendida en el aire, un huracán sin dirección, un haz de luz cada vez más veloz que se representa tan lejos y tan cerca, tratando de mantenerse plasmado en el universo con miedo a ser borrado.
Por eso estas letras urgentes de optimismo, para que sigas luchando por lo que tanto añoras, para expandirte más allá de tus limites ensanchándote el futuro.
Para verte reír en tus breves países de felicidad, sin irte lejos para olvidar los nombres.
Tan solo quiero hablarte de tí, aunque en el intento se me caigan las manos, pues siempre te vas cuando yo llego para dejar de saberme, pero dejando tu rastro brillante ante mí.
Sospecho que se trata de un juego total.

viernes, 1 de febrero de 2008

Sin mapa en una revolución que envejece.

“Prefiero morir de pie que pasar la vida de rodillas”
Emiliano Zapata Salazar.

Es un mito tan poderoso que hasta los más conservadores lo adoptaron. En el siglo XX de México todos eran ya revolucionarios: burgueses e intelectuales, campesinos y burócratas, obreros y tecnócratas. Nublando así los tradicionales límites entre lo revolucionario y lo conservador.

El que guía, el que manda, el que rige a los hombres de guerra. Con la convicción de envolverse en la trampa de su propia soberbia, ventea nuevos vientos para cambiar el rumbo de su vida.
Sin más que una creencia, el revolucionario del tiempo se bate y no se bate, miente y habla con la verdad, rompe sus promesas y las mantiene, se entrega al peligro y huye de él. Se da a conocer y se mantiene anónimo.
No va al río a ver cómo se pudre su primavera, va a buscarle la muerte al enemigo, va a encontrarse con la mentira, solo para ensañarle al malo lo que es bueno.
A caballo dejando a su paso a los traidores, a los vendidos, a los pobres diablos, a esos que hablaban de libertad, justicia e igualdad y no eran más que explotadores. Solo les quedaba ver al campesino armado para esconderse bajo sus botas de petróleo. (Con seguridad más de uno)
Sin clemencia y sin denotar una lágrima moriría ante el tribunal del pueblo que le juzgaría para nunca ser olvidado.

miércoles, 30 de enero de 2008

En el andén.


Aquella mañana, en la estrecha banca del andén. Pensé medio dormido en los planes a futuro y en la idea de mantener una esperanza más que duradera en nuestro destino. Sonreí con la imagen de vernos permanecer en un estado de felicidad indiferente por el solo hecho de estar juntos uno al lado del otro, uno frío y el otro caliente. Uno despierto y el otro medio dormido.
De cierta manera no me eran ajenos los presagios del futuro que nos esperaba. Soñaba con mi río, con las señales del tren que se inclinaban hacia mí y me miraban con ojos de luces, con el deslizar de los trenes que siempre van hacia arriba y vuelven hacia abajo, en el sórdido sonido de las rieles al descansar en sus durmientes. Con los vagones llenos de gente, de sueños de esa gente, con los arboles y nubes que también llevaban dentro.
Pero seguía soñando despierto esperando la hora de partir, permaneciendo a tu lado. Protegido por ti. ¿En dónde estabas cuando más te necesitaba? ¿Te preguntaste alguna vez donde podría estar? Que jubilo y que furia el saber que te tengo.
De pronto el andén y su aire se llenaron de silencio. Estar contigo me hizo sentir estrechos hilos de los confines de mis islas para abrirse a los extensos e insólitos espacios de tu mundo. Como si el todo nos perteneciera.
Al igual que un paciente esperando a que le examinen,supe que tenías algo mágico dentro de ti, me sentí como un genio liberado del encierro de una lámpara. Siendo quizás demasiado ingenuo de lo que significa el amor pero sin más que aceptación vacilante.
Entre ojos mire el reloj y supe que pronto partiríamos. Pero yo seguía pensando en tu desnudes sobre la cama, en como tu larga espalda blanca giraba hacia un lado. Te estaba agradecido por tu auto suficiencia pues dependo de ti y tú no de mí. Porque te adoro por no adorarme.
Algo cambio en el aire y supe que eras tú que te movías pues nuestro tren había llegado. Un beso tuyo viajero que recorría mi mejilla y que le vi correr por mis venas con tanta claridad como se ve descender un huevo por el cuello de la avestruz. Un beso que retornaría a la infancia a cualquier guerrero y a mí del sueño. Desde las yemas de los dedos hasta los de los pies.
De pronto supe que habíamos llegado. No giré la cabeza pero pensé: está aquí. Conmigo.

miércoles, 16 de enero de 2008

Símbolo de tu revelación.



Para mí es como una pequeña abstracción aunque Desde aquí parece imposible que esté vivo, como el truco de un Mago en una era de oscuridad, en los que la vida parece estar llena comienzos y escasa de finales. Una chispa de vida interior, el comienzo de una fuerza interminable que cataloga nuestra existencia conforme se va presentando. Nuestra primera chispa original.
A medida que va creciendo, nos hacemos consientes del sentimiento de infinita ternura de la maternidad, que pugna en lo más íntimo de tu ser. En un sentimiento liquido que debajo de tu piel, se refleja en tus ojos como un secreto mágico.
Muy pocas veces puedo verle desde adentro y me provoca una enorme satisfacción. Captura mis sueños y los hace soñar. Un sentimiento sobrecogedor y sin duda una lección de humanidad. Mientras tu historia empieza a revelarse ante mis ojos yo observo todo de el, en tu refugio vital lleno de susurros que no puedo comprender y como disfrutando la vida sin preocupaciones.
Y sólo llego a la conclusión de que ahora somos nosotros. Pues ninguno de los dos es lo que fue o lo que pudo ser. Y nunca lo seremos. Ahora nuestra vida tiene tamaño y forma y los bolsillos llenos de ilusiones.
Esta es mi felicidad y la llevo contigo.