martes, 23 de febrero de 2021

A la musa.

Besaste el frío de mis naves congeladas
Alzando el fuego que me consumía.
Quemando el negro resplandor de la madrugada en el continuo
Amanecer de la lejanía.

Tormenta de nubes con agua salada
Elixir dorado para un bufón vencido
Ráfaga de luz en la memoria helada
Giro del Monzón en el paisaje herido.

Llegaste con un torrente de ideales
Caudal vertiginoso de tu tesitura
Cuál pájaro de fuego en la altura.
Cayendo en el fulgor de mis maizales.

Cómo en lienzos de nieve 
Pintaban tus pinceles la melodía
Brillo en el color de tus vocales.
Vértigo de la sabiduría.

La espera.


Me siento a esperarte en la arena 
Entre las piedras que se desentierran
Sueño con las sirenas de
las mareas y las tormentas 

En el sitio en donde siempre te alimenta el viento.
El largo banco de madera donde las penas se congelan.
Donde acaba la vereda.

Lluvia que escampa en las laderas
Entre las nubes más secretas.
Mirándote volar entre las cercas
De las brechas indiscretas.

Refugio del mendigo,
De los trovadores de la noche
Los hijos de la madrugada
Poesías con el enemigo

Me llevo las horas de tu estrella
Libre entre tus velas arrugadas.
Oculto en un rincón la ventolera
Qué te espera y desespera ilusionada.

Sin cura.

La misma enfermedad busca cura.
Incontrolada y en desmesura se sienta impaciente en su sala de espera.
Como si se tratara de un niño perdido

Se mantiene indiscreta saltando en los pálidos pasillos de los hospitales.
Pero eso a la gente le es indiferente
No hay quien aguante a una enfermedad tan triste.
que se desprende de un vendaval inminente.

Busca adorar al viejo ídolo
Desgarrar el blanco de sus vestiduras y las túnicas de su refugio.
Convirtiéndose en hogera de su templo.

Observando el cenote de los sacrificios en un ojo de agua que le devuelve la mirada
Poco a poco va apagando su galope
Cómo una montaña herida en el norte
Muriendo bajo su suelo desde la entraña.

Al atardecer cuando los perros ladran
Sale a pasear su madrugada
Para entender como la tormenta escampa.
Para morir con el aroma de su primer nacimiento.
Cómo un grano de arena entre tanto mar.
Como el bastón de diamante de un ciego.
Como un recuerdo de muerte
Qué se llevo nuestra primavera.


Canto para un frugal

Hablan de un hombre sin nombre
Que abandonó su razón.
En una mano llevaba el hambre
Y en la otra un corazón.
con una tan profunda herida 
Qué no lograba avanzar 
Entre su muerte y la locura 
No se dejaba alcanzar.

Él caminó en su tristeza
Como un fantasma real
Pero su sombra es incierta
Cuando alimenta el frugal
Era tan ingrato en vida 
Qué nunca pudo encontrar
Entre sus dientes la poesía
Qué no dejó de olvidar.

Cuentan que habló de belleza
De los encantos del mar
Pero en las horas perversas 
Se desangraba al llorar
Con las gotas encendidas 
Qué no dejaban mirar
En su nobleza y en la codicia
No se quedó a esperar.

Llanto del viento casi perdido
Qué no le cuesta escuchar
Viejo de mensajes encendidos de libertad
Sólo le queda soñar con un hogar sin umbral.
Sueños con peajes expedidos al despertar.
Aavanza, resa y se espanta en el parto de su verdad.

Rostro de tierra espectral
Un sentimiento ritual
Desesperanza y voz de venganza
Hombre sin funeral.


domingo, 21 de febrero de 2021

El árbol.

Soy un ser plagado de defectos
La asimetría de mi cara
La rebeldía de mi pelo
La corvatura de mi espalda.

Mi reflejo es un gemelo impuro
Con ojos de animal perdido
Qué baja la colina para revolcarse en el lodo y en la lluvia
Mis uñas son como las garras del jaguar dormido.
Majestuoso peregrino.

Es duro soportar mi compañía.
Silueta de árbol con los dedos fríos.



Tu lenguaje.

Tu lenguaje es el mensaje más puro del viento.
Lo sé por que es el que impulsa mi barca.
Libera a mis palomas en el río
Con los dialectos del alma.

Machado escribió bañándose en la tinta de su sangre.
Negando la prisión al verso de sus lineas tranquilizadoras del alba.
Panfleto de cicatriz sometido a la suerte.

Tu lenguaje viaja con la melodía
Gravitando en el vértigo de la poesía
Continuiando en un eco persistente.

Edonista.


Si un hombre mal trata a una mujer
Y descarga su furia en ella
Cansado de ser hombre por placer
Desmonta su humanidad en su miseria.

En el pecho vibrará la cobardía de sus botellas rotas.
En su alma cargará con la inmundicia de su herida abierta.
Borracho de hastío estampara su rostro
Contra el muro de la noche en sus adentros.
 
Pues no verá más rostros que el de esa mujer.
Que viajará en la retina atravez de los años.
En la urbe cotidiana de la vida al final poderosa y justiciera.
Alimentada por el calostro de la pureza cósmica.
Enloquecida por equilibrar el mundo
Sin importar la escusa.


Redención.

Acompañame Gian me pediste.
Con un dejo de melancolía.
Y sin pensarlo te seguí en silencio.
Sólo escuchando tu música estelar.
Para la ceguera de mis oídos.
Inconfesable y mundana por la
Sordera del desconsuelo.

Pude ver que ante la triste excusa 
Entendería que la fortuna me abrazaba en su dulce recuerdo.
En la invitación mas virtuosa y pura que la vida puede ofrecer a una caprichosa y mal sonada muerte.

Fue así como solté mis alas
Desvocado y desnudo hacia el vacío.
Abanderado con la timidez de tu requerimiento.
Feliz de desnudar mi excomunión.

Amanecer.

Al resguardo de la misma noche
Se concentraba en su pasión precoz
Quemaba el frío consistente en el norte
Enmudeciendo en su silencio loco con
horribles dudas de continuidad.

Casi cansado de su cruel derroche
Iluminaba al corazón el sol
Llevaba el río su impaciente goze 
Atormentando su inocente rose
Agonizando en fuga de su fragilidad.

Vuelve hasta aquí entonces y
Quédate tambien
Puedes hallar el canto de tu renacer
Viaja hasta mi y llueve en mi necesidad
No desperdicies sueños con la vanidad
Vuela hasta aqui y sueña con tu libertad.
Debes cambiar el filo de tu realidad.

Buscaba el brío de su infantil galope
Descontrolado en su valiente ardor
Besando al lirio en un ardiente golpe
Armonizando a la convaleciente pose
De provincia hundida en su necesidad.

Duelo sin fin y muere sin poder hablar
La incontrolada duda de su humanidad.
Triste arlequín que mueve su invisibilidad.
Quiere saltar al filo de su realidad.

Cae hasta aquí y vuelve a disimular
Sin descansar al triste amparo de su caminar.
Vuela hasta mi y llueve sobre mi ciudad
Hay que dejar un rastro de complicidad.

La villa rica.

La avenida del bulevar siempre me contamina.
Con los neones de sus vivos bares y sus aromas de cantina.
Recorren los espectros de una noche con sus ninfas vespertinas.

Sus portales me recuerdan a la Habana.
Lenguajes de un sonido exótico.
Elegantes figurantes silenciosos
Qué contrastan con el son de su explanada a la deriva.

De norte a sur en tus calles oxidadas
El ladrón, el beato y las prostituta coinciden en su comedia desconocida
Circo de uñas enjoyadas y de payasos
Tristes bajo su carpa estelada y descolorida.

Burbujas etílicas que se levantan
Las pupilas de mis ojos se dilatan
Como un niño ilusionado con la luna
Y por la mueca de una sirena intoxicada.

Los domingos por las tardes comienza su metamorfosis.
Bajo el amparo de las campanas de un templo en la última misa. 
Por la obesidad de sus palomas amontonadas junto a los cajon de los bolradores.
Y por la ingenuidad de los ciegos que buscan la música en tu brisa.

Malecón de una marimba viva
Qué revienta con bailarines la madrugada.
Vómitos del trovador en las esquinas 
Hombres y mujeres transgresores
De algunas noches olvidadas

Arpones y anzuelos afilados en las esquinas son los carteles de tu puerto trágico.
Hogar del malabarista submarino perseguidor de la moneda
Qué se acumula  con la sal en los bolsillos de su camisa.
Con el humo del alquitrán y con el vicio que precisa.

No renuncio a tus noches de bohemia
No reniego de tu desventura
Pero el abogado de mis errores en la vida
No hipoteca mi adicción a tu locura.

Volveré con la mente más tranquila 
Con el aval de un padrino de la noche
Para rozar tu vértigo de locura 
Bajo la sobriedad de mi derroche.















La catedral hundida.


En la catedral que acaricia las nubes
Descarga su ira
Por descontrolar su semblante inocente 
Se deja llevar.

Atravez del tiempo relata su abismo en las almas pérdidas.
Qué sobradamente amanecen bailando a la orilla del mar.

Pasos que pesan los años 
Anuncian al viento su suave lamento
De piedras vencidas en sal
Santos y viejos encantos cubrieron sus templos tapando el recuerdo de un sentimiento con cal.

Cantos de lluvia dejan volar
Al risueñor escarlata.
Restos de luna bajo el cristal
De un corazón de hojalata
Se hunde en la hierba y vuelve a soltar
Todo el calor de un sueño
En su caricia permanente y en una lágrima pendiente de existir.

Arde la luna y vuelve dejar
Su risueñor en la plaza.
La diosa fortuna espesa el ritual
De sus escarchas de plata
En las mareas quiere bailar 
Arrebatando al viento su silbido permanente en la rústica simiente de elegir.


Crepúsculo.

Luz delgada y amarilla
Camino de mi rendición.
Luz que emana de las cortinas
Destino de una distracción
Rumbo herido y olvidado
Buscando lo soñado en su contradicción

Luz quemada e infinita
Secreto de su dimensión
Luz compacta en la vitrina
Reducto de mi perdición.
Sur del grito iluminado
Pantanos anegados por la sublevación
Sol de llama incandescente 
Brillando eternamente en su constelación.

Luz radiante en la cocina
Silueta de tu camisón
Desnudes que avanza y que camina
Rencuentro de mi devoción

Luz inquieta y retenida 
En los rizos de tu vida
Resbalando hasta tus rodillas
Exilio de tu bendición.

Cae la sombra en su aliento
Llenando desde el centro su determinación
Como tus cantos afilados 
Compás desafinado 
De una renunciación.

Luz silbante y adivina
Ventisca errante de mi nubarrón.
Te quedaste confundida en la lluvia constante de mi callejón

Luz semblante que fascina
Vibrante y reprimida 
Testigo de mi perversión.













sábado, 20 de febrero de 2021

Mañana piensa en mí.

A los veintisiete años 
Al sol de un otoño en un barrio perdido
En mi trayectoria un hijo me alcanza
Sobre mis hombros miro de reojo.
Es su nombre sonido del tiempo en mi bendición.
Es su suerte un destino desierto en su dirección
Un coro vivo que canta al compás de su gloria.
Un aullido simple por la canonización
Sentido de mi trasgresión.
Sentido de mi excomunión.

Debería entender
Qué el pasado no importa y que siempre le esperaré
Pues en el momento de medir la memoria en la balanza mortal del equilibrio
En la cordura de encontrarme a mí mismo.
Agotando el valor y el cinismo 
Me vuelvo a querer
Y te vuelvo a perder.

No me arrepiento de contar mi historia
Ni un solo lamento a mi alma tortura
Pero si he querido hacer memoria al contar
En el que un día te deje perdido
Y me amaste a pesar del deliro
Llevandome en otra dirección
Rescatando el amor del futuro en tu dimensión.

Solo quiero pedir al guardián del camino
Qué me mantenga vivo para estar contigo
Y asi verte llegar vestido de orgullo.
Con mis derrotas volver al destino
Para que tus hijos sientan lo mismo
Alejando la razón del destino que
Muere sobre su mantel

En el papel ancestral del optimismo.
Qué no quiere ver
Qué no puede entender.

Zalamera.

Llegaste cuando menos te esperaba
Chatita y redondeada.
No sabía cuánto te necesitaba
No sabía cuánto te amaba.

Verso de amor como el gatito dormido.
Dulzura infame la tus manitas inquietas
Enterradas por siempre en mi pecho.
Restregando los pies en el nido.

Siempre fuiste risueña
Hasta cuando el dolor más te amedrentába.
Uñas de niña afilada que se arrebatan con el viento.
Danza de abeja ilusionada que no deja de brillar aunque se acabe el día.

No es invisible el amor que te profeso 
tenue zumbido en el viento.
Interminable como el tiempo.

No es imposible agotar al día
Nunca se acaban los ingredientes de tu ungüento 
Aveces la canción no está escrita 
Pero imaginas su secreto.

Sin tu risa mi vida queda constelada 
Detenida en el salvaje rizo de mi memoria helada, carente de sentido.

Voy a vivir para admirar tu historia
Voy a morir para vivir tu gloria




Realidad santificada.

Cuando la historia hable en silencio
De lo que sabe que se le escapa
Saldrá para ensalsar su sentimiento
A descubrir lo que le delata
Lo que el frío dejó muerto
Lo que en sus pasos le sobraba
Palabra de una voz en el secreto
Buscando definir una palabra.

Le queda una ilusión endurecida
A la que no supo entender en su momento
Le sobra una oración enmudecida
A la memoria de un corazón y de un juramento.
La historia de un amor que suelta sus alas.
En la importante verdad que versa el lamento
La espera de una razón cada día.
Para que siempre se pueda ver un sufrimiento.

Historia en un rincón que sufre en la noche
En la que cruda realidad que vive asustada.
Le queda una canción con el canto a la muerte.
Para que el mundo pueda saber cómo ser
Escuchada.
Palabras con dolor que siguen su suerte
Qué nos invitan a mantener en los ojos la mirada.
Reflejo en el color de los momentos
Qué se proyecta en sus páginas inmaculadas.









Horizonte.


Levantaste los brazos al caer 
En los ríos de sangre contaminada
Nadie pudo detener los sonidos  
De tu lucha esperanzada.

De la vida hay que aprender
Después de resolver las condiciones
Las convicciones.
De tanta lucha hay que entender
Qué puedes deshacer los horizontes que puedes ver.

Piratas de la luna 
Perdidos en la bruma
Anclados al poder, dejándose vencer 
Luchando en las guerras
Rodando entre la hierba
Buscando resolver lo que no puede hacer.

Me desperte al comprender
El sentido de una vida adoctrinada
culpable de perder el destino
De la memoria olvidada.

En tu sueño puedo ver
Los tiempos del poder
El resplandor de los balcones
El sonido del saber que no se puede detener
En cada golpe en cada ser.

Trasiende en la penumbra
Su mundo se derrumba 
Para poder tener lo que debe tener.
 











La multiluminaria.


De todas las flores naturales.
Son tus petalos los que vibran con el rocío.

Los rosales contrastan con la constelación en la vitrina estelar de tu vacío.

Difícil de olvidar es tu miserable belleza.
La que se agita en el aire con insoportable rigidez e inquebrantable nobleza.

Belleza que se esconde en el sonido sensual de sus velas en la Inevitable lucidez de hondas de su efímera naturaleza.

Jardín silvestre del que eres multiluminaria 
En el camino agreste de un trágico arrabal.
Y de tus mil y una suertes 
Abstraes tus pistilos al sol del lupanar.

Pequeña y arisca niña sin país.
Viajera del suelo que encontraste uno en ti y solo en ti.

No será suficiente echarte a dormir.
No será suficiente la asfixia de viento
Y en la interminable solidez de tu muro de lamentos
Vas comprendiendo tu razón de existir.




El callejón.


En el callejón del diamante hay una 
historia real
Relato de un rincón
Rincón de soledad.

Entre sus empedradas pendientes hay un canto más.
Secreto de un amor 
Recuerdo de humedad.

Mercado de locura, refugio de ciudad
Un beso de ternura dejando su verdad.
Milagro en las entrañas 
Secreto de su ser.
Quemando el remanso y
Bebiendo el placer.

En el callejón del diamante hay un gitano 
Testigo de la resurrección
Maestro del mundo espiritual.

Templo de su consagración 
Recuerdo de su vitral
Canción bohemia de un dolor
En su evolución original.

Refugio en las ventanas
Silencio del ayer
Cerrando la casa 
Quemando la piel.

Café de la montaña 
Cerro de la mujer
Licor de la caña
Balcón de papel.



















Sol de tus manos

Dejaste de venir y te rendiste.
Trataste de ganar y lo perdiste
Luchaste con la necesidad de redimirte
Y con la temeridad de arrepentirte.

Soñaste con seguir el rumbo y te encontraste
Pensaste en huir del mundo pero sin alejarte
Con la responsabilidad de una promesa y la fresca realidad de comprenderse.

Sólo tú verás el fuego que arde entre los labios.
Sólo tu podrás llenar el calor con el frío 
En el callejon de los secretos
En un rincón para tus lamentos

Llegaste hasta aquí y no seguiste
Dejando de pedir lo que perseguiste
Con la temeridad de conocerte y la necesidad de retenerle.

Buscaste un porvenir y lo encendiste
Hallaste tu jardín y no lo quisiste
Pues la continuidad se recrudece
Y la profundidad se desvanece.

No regresarás llevando el dolor entregado
No despertarás quemando el sudor con los años.
Bello renacer de un ser delirante
Y un triste atardecer agonizante.

viernes, 12 de febrero de 2021

Bailarina.

Yo te conocí una mañana de noviembre.
Al pie de una catedral casi hundida 
en la que se cruzaban las palomas con la muchedumbre.
Y las nubes que se agolpaban en desmesura.

Ese día aprendí a entender la danza.
Danza de un solo ser.
Movimientos que se funden con placer en las sombras del piso.
Poesía de huesos y piel que eran tu alabanza.

La punta de tus dedos son signos en aire del infinito
línea de tu espalda en el equilibrio detenida como un sueño entre la espuma.
 
Suave pétalo de luz de luna
página en blanco que partió el cielo por una sonrisa.

En plena plaza gris desangarabas las cornisas.
y el sueño azul de un durmiente sobre las mangas de su camisa.

Giros de armonía que evocaron al ángel caído.
Vaivén de las sábanas en el ejido. 
En el estanque de un jardín de la ladera.
El viejo árbol sucio de una infancia.

Mis ojos se encendieron con tu solemne coreografía. 
Bailarina de encanto y navegante de
Enseuño.
No precisaste de la música para alcanzar tu fantasía
Suave canción de la risa
Frágil mariposa dueña de la primavera en vísperas del invierno. 
Me atrapaste en tu armonía y me tiraste del seño.














El vértigo de la tinta.

Escribe para encontrase a si mismo. 
Y sumergirse en su verdad.

Para entender su esencia desde cero.

No le importa hallar la triste duda.
No rehuye a quemarse en su espejismo
Sin pensar en la rima se arroja hacia el abismo.
Despreocupado por la altura 

Sólo gravita sobre las aguas de su manida.
Sin escapar de su sendero

Lucha para acabar con su elegía
A golpe de tinta y aporreando el tintero.
Alimentando para si el alma impura.

Practíca el equilibrio en los trapecios de luz que brillan en la abadía
Y prefiere hacerlo 
En la soledad de su precipicio.
Para poder recoger los trozos de la caída
Para poder atizar con mezcal su vicio
Y así poder besar el piso.

Hidalgo del amanecer.
Persegudor de la luz del día
que lentamente seca su nocturnidad.
Alcanzando la profundidad de su despeñadero.

Poco a poco sus tragedias se vuelven más floridas.
Y sus desdichas se sientan a tirones en el pensadero.

En sus palabras serpentea el amor.
Fragmentos de alegría entre los tiempos que al final son sólo uno.
Un puñado de arena para tanto mar.
Y un permiso del viento para el simple amor.

Pero poco a poco vuelven sus pasos a su agonía.
En el pozo de aguardiente que se refleja en el crepúsculo.
La lengua que se esteriliza contaminado su tierna naturaleza de manías.

Traza el lienzo de su vida con simbolos de la espesa tinta de sus demonios. 
Crema viscosa de un pulque negro con la que derrama su vida.
Y que lentamente lo arrastra a la muerte literal.

Escribe por lo que le queda.
Como quien pierde algo por quererlo tanto.
Como quien encuentra la paz en la velocidad de la caída.




Terruño.

Siempre que regreso al pueblo camino por tus calles.
calles que se desvisten en la vereda.
fieles testigos del silencio de mis naufragios.
Me saludan desde sus portales con rostros del atardecer en las aceras
Hombres, mujeres y niños hijos de la tormenta.
Jinetes al lomo de los huracanes
Amantes de su luna muerta.

Des ando tu laguna sin principio de caudales.
Recojiendo ostiones en las ramas de los manglares
Para morderlos crudos en la orilla
Para llenar de perlas tus corales.

No me asustan tus conciertos de cantina ni el incienso que despiden tus juglares.
Pues son la esencia de tu canto a la deriva.
Paraíso ajeno de los humedales.

Tierra que arde y que inspira el dolor
Rebosante y reseca de tu don calcinate . Aceitando con la humedad el calor llameante.

Siempre que vuelvo me presto a la fuga.
Pues me gusta echarte de menos, llevarte lejos de mi.
Encerrarte en mi burbuja del tiempo
Donde tú recuerdo vibra y tus latidos son silenciosos.
Donde mis oleajes acompañan tu medio día.

Pueblo etéreo y antiguo refugio de piratas. Quienes pintaron con sangre 
un nombre en el silencio de tus playas.
Memoria del árbol del Tule, del chicle, y la pitaya.
Recuerdo de un cementerio de palmeras.
Y de una luna intinerante.

La partida nunca será definitiva.
Sólo los dientes del destino tienen la repuesta.
Sólo los azares del camino dibujaran mi paso en tu horizonte.

Siempre conmigo tatuada en mi camada.
Como un signo inevitable del tiempo
Lejanía que acompaña mi viaje hacia el universo.


Aguacero.

Te veo huir dando saltos entre los peatones.

El aguacero entorpece tu salida. 
las rayas blancas y negras del cruze
Dan sonido al taconeo de tus trompicones en su atadura.

Es en vano tratar de cubrir tu rostro con la mano
Pues el agua la atraviesa con locura.

Los papeles que llevas chorrean en sus contornos humedeciendo en su recorrido hasta la pasta más dura.

Y si miro al detalle desde mi balcón 
Puedo observar las ánimas del calor de tu cuerpo.

Al borde de mi retina y con un solo ojo puedo ver el botón de tu camisa que húmedo se resbala y se libera.
Revelando el valle donde la armonía de tu pecho confluye. 
Cerros de miel que saltan al ritmo de mis pestañas y se adhieren a la tela de tu piel empapada.

En silencio levantó la mirada vislumbrando el líquido preciado y dejándome mojar, pues sumergida la flecha de cupido del sueño se despierta.

Agradeciendo al dios tlaloc por su bendición.

Solícito y veloz me precipito bailando la escalera, como las gotas de lluvia. 
para abrir la puerta y darle a tu hejemonia la bienvenida.
Para secar tus labios solo con mirarte.

Secretos de un silencio.

Todas las verdades guardan sus secretos.

Habitan muy dentro y encienden su quimera con alas de ibélula.
Coinciden en el fuego de cada madrugada.
Se refugian de la luz en los contornos del alba.
Antiguos testigos de los deseos más profundos.

Viajan cual vagabundo que llora bajo la lluvia
En la soledad que se pasea por las calles
Certezas que se desnudan en su madriguera.
En la capilla ardiente de los beatos que se persignan suplicando al crucifijo.
Y en el ciborio en los que desova el venzejo.

Cambia al ritmo de las mareas con lenguaje que se torna indesifrable.
una cabalgata que lleva la velocidad del mundo. 
Anhelo de andanada centrífuga entre los tiempos y enigma de de una realidad inconfesable.

jueves, 11 de febrero de 2021

Amnesia.

Creo que me estoy olvidando de ti.
Del dulce aroma y la ternura de tu cara.
En mi memoria el espejo de tus ojos se alarga en la sombra fría que se oculta en tu mirada.

Recuerdo de tus manos
Destello de tus latidos.
voz que ya no me alcanza en las arrugas del tiempo y las calles con el número de tu portal se desvanecen.

No atino a reconocer el olor de los patios por los que siempre bajaba la lluvia. 
El sazón de las especias que estallaban en tu cocina para terminar agonizando en la llanura 

Me olvido del color llameante de tu pelo.. de las notas vivas de tus palabras rotas y del ídolo de fuego que en la mesilla que se desgarra la ropa.

Es triste ignorar al olvido que pasa.

Desapercibidas en el altar del sueño viajan las imágenes que los dioses van desechando.
El salto al precipicio de un cuerpo maltrecho que pasa por redimirse.
Por entender que en la espalda del tiempo solo permanece lo inexpugnable.

Hay que recordar para que el olvido pueda guardar todas las constelaciones en el buró de la memoria.
Reconocer las escrituras y las fotografías de la existencia esperanzada.

Patria.

Tierra de símbolos indesifrables.

Arte de un valle perdido por el que avanzan los temporales.

Sal de tus cordilleras que evidencian un pasado doloroso y triste.

Siempre profana e inconclusa
Víctima de la ignorancia que habita en la trinchera que resiste.

Fruto de las deidades más frías.
adornadas por cúmulos de los indolentes
qué predican a su afán por disimularte en las caserías.

Tierra de paisajes misteriosos y sonidos ocultos en la bruma

Diosa de la nocturnidad de tus secretos en los que entre las malezas de espuma descansan las luciérnagas del universo. 

No me asustan tus rituales a la virgen de la luz y del tezontle.
Ni la dicha de las tundras que permanecen ancladas en el horizonte.

Si los colmillos de perros que se erizan por la miseria.
si la sangre de la disnea convaleciente y previa.

Vagar por las laderas de tus signos a venido a desintegrarme.
Ha traído a mi cabeza el sol más delirante congelando el ardor de tu reflexiva madrugada. 
Sembrando en mi la sabiduría más silvestre.
La que se aprende ahogando en los latidos tus entrañas campestres.

En los caudales de un lago incandescente.
Y en la riviera de mi isla transformada.



Música para un verso.

Es el color de las palabras las que calibran el peso de tus versos.

Son los sonidos del silencio revoloteando los que determinan tus durmientes politonales.

Trenzando la tinta de tus gruesas líneas 
Con los finos hilos de las métricas convencionales.

La armonía fastuosa se viste con los signos del hombre.
Con la gota de la tinta que palpita  y
En el corazón de los dioses del panfleto.

Figuras invisibles en el aire que me alcanzan en el río.
Símbolo del sol que se alimenta del más insano pentagrama de la vida.

Sacbé.

La calzada del camino blanco

Senda de procesión para la ofrenda sagrada.

Algún día volveré a tus templos de constelaciones. 
A los silencios de tus piedras irradiadas por el amor al sacrificio.
al vértigo de tus ruinas sin inscripciones.

Ruta ancestral hoy contaminada de turistas que pisotean y profanan tu cultura.
Qué en sus primeros días era custodiada por las garras del águila y del jaguar. 
sobre el estuco reflejaban al relámpago de la tormenta bajo la vigilia del zenzontle.

La serpiente habita en tus murallas y pirámides.
Fauses con peldaños de jade adornan tu escalinata, mientras en tus salones de humo del copal se olvidan las fronteras.

La hierba fría y el cacao ardiente encienden el fuego de los hombres.
Un mundo de llamas muy antiguas
Qué bajo la sombra de la seiba erguida
Reposa herido por el sol el transeúnte.

Vieja calzada del camino blanco que resistes al los dientes del tiempo.
Símbolo del venado y del faisán
Espero que mi necesidad de sacrificio algún día me conduzca a ti.
Para consagrar el destierro y para redimir mi llegada.

Oda al cocinero.

Trague del cenicero
Sentado sobre mis pies ennegrecidos
Como un esclavo del movimiento
Bailando al son del mango del camarero.
Vi el destello de las cucharas de acero
Inertes testigos de mi deambular risueño
Adicto a las circunstancias desde la cuna al infierno de la triste escusa
Trabajo inerte que se refleja en la afilada nariz de la cocaína
Qué amontona de vajillas la escalera.
Manchando las cortinas.
Prueba del aguacero tan salado como dulce.
Embriagado por el cáliz del vinagre de vino 
Actor sin quererlo de un escenario falso pero tangible.. 
Repleto de comensales que se atiborran en el vértigo de las sillas.

La falla

Reclamo de una sociedad
Representada por los espectadores críticos de la madrugaa.

Humor de la comparsa en desmesura
Con actores de una vida saturada.
Canción que se pervierte en los carnavales.
Y que aglutina su antifaz de purpurina.
Ahogando con tequila la vendimia reventada.

Hijas e hijos de la bahía
testigos de la procesión del alma con el sabor de la rima.
Miles de almas intérpretes de su realidad.
Augurio de la vida y
hechizo de la vanidad.
Chirigota con el sonido del fuego que arde en sus entrañas.
Canto del coro detenido en las murallas de su templo ambiguo, que en las
Noches llega en su carroza de comparsa Ofreciendo un peldaño a los pecadores, almas en su ascenso al infinito.
Crónica de una copla incandescente
Donde el hogar del alma hipoteca el predio a su banca más sanguinaria.

En febrero me ahogo en tus espejismos 
Aprendiendo de Aragón y su paso doble
Que atrapa a las mariposas en la albarrada. 

Isla.

Una moneda con dos caras iguales es tu mirada. 
Sol y luna que coinciden en el horizonte de tu crepúsculo.
Era demasiado fácil perderse en el serpenteante rastro de tu laberinto de aire, roca y agua. 
En el espanto de tu ternura delimitada por el martillo de fuego del antiguo guardian de las mareas.

Difícil entender que tú rastro era mi refugio, que la guarida imperecedera caducaba con cada golpe en la hondana, que era lo mejor para mí juicio y que vería con claridad mi sangre iluminada.

Petiusa del encanto entre los tiempos 
Isla de mi luna ensimismada.
Cai en el remolino de tu ensueño arrullado bajo la sombra de tu enredadera
envenenado por el encanto de tu puerto y de la dualidad santificada.








Las canicas.


De niño me robaron las canicas.

En un momento de descuido mientras andaba pajareando en la Alameda.

Carambolas chinas, aguitas y lecheras 
Víctimas de su preciosa yuxtaposición 
Y de un botín pertinente.

Un segundo trágico de desaparición ante mi asombro sencillo e infantil.

Los ojos incrédulos de mi alma estupefacta observaron el vacío de la ausencia de mis pequeñas ruedas de alegría.

Dentro del bulto sonaban y bailaban cuales ojos de vidrio, mientras volaban por la avenida zigzagueante entre el espacio y el tiempo.

Las imagino rodando por escaleras y terraplenes.
Burlando las rejillas de alguna alcantarilla.
En fuga y destrampadas entre las manos del audaz bandido. 

Se borró de mi rostro la alegría y la inocencia desde aquel día.
Se abrieron las puertas de la cólera y la ira hacia las cuatro direcciones del viento.

En su escándalo de silencios las esféricas obras de arte representaban para mí, métrica y ritmo
Compás y sabiduría.

Nunca más jugué a las canicas, 
todas y cada una de ellas eran pérdidas únicas e irremplazables.
Como las piedras del valle, como perlas del paraíso.

Fue mi despedida súbito crujir de las hojas del piso
Un ladrido de perro triste en la madrugada.

Pirámide.

Sol muerto con las plumas en sangre
Cautivo de un volcán que escupe la ceniza.
En la cuenca del Río las guerras aíslan a tus hijos del hambre
Arrodillados ante la crecida del alma.
Qué atiza con su sobriedad tu pugna urgente.
La lucha pervierte tu sino.
El declive de una raza sin épocas en el
Tránsito de una verdad latente.

Bahía del espejismo.


Descarada e inconclusa descansa la diosa fortuna entre las piedras de los maizales.

En el sueño de un talismán perdido que aguarda en los nogales ardientes de su morada.

Palos de un ciego caído en la bahía que apuntala a tientas el simiento de su atalaya.

Cantos del coro del viento  
galope triste de las madrugadas
Convertido en brillo y polvo de estrellas. 

Siempre te necesito!! cuanto menos te tengo más me aferro. 
Y en mis andanzas profanas revolotean los naipes azarosos de tu remolino.

Sin ser más que un corazón afilado por los colmillos del tiempo moribundo, tapando de combustible sus arterias y aullando por una mirada hacia tu laberinto.

Suerte vestida de blanco que en el encaje llevas lo negro.
Cuánto me desespero !!
Pues en las sílabas del dolor estallan los muros de mis ruinas con el derrumbe de la felicidad ensimismada.
resucitado mi remanso mientras ocultas la mirada.