Con un dejo de melancolía.
Y sin pensarlo te seguí en silencio.
Sólo escuchando tu música estelar.
Para la ceguera de mis oídos.
Inconfesable y mundana por la
Sordera del desconsuelo.
Pude ver que ante la triste excusa
Entendería que la fortuna me abrazaba en su dulce recuerdo.
En la invitación mas virtuosa y pura que la vida puede ofrecer a una caprichosa y mal sonada muerte.
Fue así como solté mis alas
Desvocado y desnudo hacia el vacío.
Abanderado con la timidez de tu requerimiento.
Feliz de desnudar mi excomunión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario