domingo, 21 de febrero de 2021

La villa rica.

La avenida del bulevar siempre me contamina.
Con los neones de sus vivos bares y sus aromas de cantina.
Recorren los espectros de una noche con sus ninfas vespertinas.

Sus portales me recuerdan a la Habana.
Lenguajes de un sonido exótico.
Elegantes figurantes silenciosos
Qué contrastan con el son de su explanada a la deriva.

De norte a sur en tus calles oxidadas
El ladrón, el beato y las prostituta coinciden en su comedia desconocida
Circo de uñas enjoyadas y de payasos
Tristes bajo su carpa estelada y descolorida.

Burbujas etílicas que se levantan
Las pupilas de mis ojos se dilatan
Como un niño ilusionado con la luna
Y por la mueca de una sirena intoxicada.

Los domingos por las tardes comienza su metamorfosis.
Bajo el amparo de las campanas de un templo en la última misa. 
Por la obesidad de sus palomas amontonadas junto a los cajon de los bolradores.
Y por la ingenuidad de los ciegos que buscan la música en tu brisa.

Malecón de una marimba viva
Qué revienta con bailarines la madrugada.
Vómitos del trovador en las esquinas 
Hombres y mujeres transgresores
De algunas noches olvidadas

Arpones y anzuelos afilados en las esquinas son los carteles de tu puerto trágico.
Hogar del malabarista submarino perseguidor de la moneda
Qué se acumula  con la sal en los bolsillos de su camisa.
Con el humo del alquitrán y con el vicio que precisa.

No renuncio a tus noches de bohemia
No reniego de tu desventura
Pero el abogado de mis errores en la vida
No hipoteca mi adicción a tu locura.

Volveré con la mente más tranquila 
Con el aval de un padrino de la noche
Para rozar tu vértigo de locura 
Bajo la sobriedad de mi derroche.















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