jueves, 11 de febrero de 2021

Patria.

Tierra de símbolos indesifrables.

Arte de un valle perdido por el que avanzan los temporales.

Sal de tus cordilleras que evidencian un pasado doloroso y triste.

Siempre profana e inconclusa
Víctima de la ignorancia que habita en la trinchera que resiste.

Fruto de las deidades más frías.
adornadas por cúmulos de los indolentes
qué predican a su afán por disimularte en las caserías.

Tierra de paisajes misteriosos y sonidos ocultos en la bruma

Diosa de la nocturnidad de tus secretos en los que entre las malezas de espuma descansan las luciérnagas del universo. 

No me asustan tus rituales a la virgen de la luz y del tezontle.
Ni la dicha de las tundras que permanecen ancladas en el horizonte.

Si los colmillos de perros que se erizan por la miseria.
si la sangre de la disnea convaleciente y previa.

Vagar por las laderas de tus signos a venido a desintegrarme.
Ha traído a mi cabeza el sol más delirante congelando el ardor de tu reflexiva madrugada. 
Sembrando en mi la sabiduría más silvestre.
La que se aprende ahogando en los latidos tus entrañas campestres.

En los caudales de un lago incandescente.
Y en la riviera de mi isla transformada.



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