viernes, 12 de febrero de 2021

Terruño.

Siempre que regreso al pueblo camino por tus calles.
calles que se desvisten en la vereda.
fieles testigos del silencio de mis naufragios.
Me saludan desde sus portales con rostros del atardecer en las aceras
Hombres, mujeres y niños hijos de la tormenta.
Jinetes al lomo de los huracanes
Amantes de su luna muerta.

Des ando tu laguna sin principio de caudales.
Recojiendo ostiones en las ramas de los manglares
Para morderlos crudos en la orilla
Para llenar de perlas tus corales.

No me asustan tus conciertos de cantina ni el incienso que despiden tus juglares.
Pues son la esencia de tu canto a la deriva.
Paraíso ajeno de los humedales.

Tierra que arde y que inspira el dolor
Rebosante y reseca de tu don calcinate . Aceitando con la humedad el calor llameante.

Siempre que vuelvo me presto a la fuga.
Pues me gusta echarte de menos, llevarte lejos de mi.
Encerrarte en mi burbuja del tiempo
Donde tú recuerdo vibra y tus latidos son silenciosos.
Donde mis oleajes acompañan tu medio día.

Pueblo etéreo y antiguo refugio de piratas. Quienes pintaron con sangre 
un nombre en el silencio de tus playas.
Memoria del árbol del Tule, del chicle, y la pitaya.
Recuerdo de un cementerio de palmeras.
Y de una luna intinerante.

La partida nunca será definitiva.
Sólo los dientes del destino tienen la repuesta.
Sólo los azares del camino dibujaran mi paso en tu horizonte.

Siempre conmigo tatuada en mi camada.
Como un signo inevitable del tiempo
Lejanía que acompaña mi viaje hacia el universo.


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